Hay un momento en la mortalidad
en el cual no simplemente se quiere,
se desea el amor;
y esa sensación abre mil avernos
en mi mente,
opacando el corazón.
Comenzó en unas cabinas de internet. Blancas, grandes, cerradas, con ventanas pequeñas en cada pared. Sentí vergüenza por haberme masturbado...
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