Los huesos no son solo terroríficos;
siempre, sin piedad, rechazamos las vigas de nuestro propio ser:
comida, imágenes, periódicos y mentiras.
En todo rechazamos la naturaleza del ayer.
Nuestro miedo asusta.
Veo en mis memorias de víctima que
el temor siempre es doble. [MÍNIMO]
Miedo, miedo, miedo…
El ser humano vive por y para temer,
y nunca nos damos cuenta de cuánto
temor tememos temer, sin visualizar que,
temiendo el temer, creamos temor en los que tememos.
Tengo miedo de sus ojos,
pues no quiero que el temor que crean mis letras
asuste más a esta pobre calavera.

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