lunes, 1 de febrero de 2010

Recompensa por un zapato

Sigo caminando… ¿Te acuerdas de ayer?

Ya mi memoria la dejé muchos pasos atrás,
y con cada descuidado chicle en la acera voy perdiendo mi suela.
Oh, ¿qué será de mí sin suelas en mis zapatos?

Ya no me importa dialogar con el viento.
La mierda que caritativamente me dan las gaviotas ya no es mi alimento.
Subiendo y bajando, voy en busca de un zapato.

Ahora recuerdo el hoy.

Mis pasos, al ritmo del piano, continúan;
pero aún el maestro de óperas no me regala una
melodía en camino a mis zapatos.

Rápido, rápido, rápido…
La música va cada vez más rápido y ya puedo sentir
mi zapato, que con tanto desespero quiero encontrar.

Músicos, locura… me estoy volviendo loco.
¡¿Dónde está mi zapato?!
Mi zapato… ¿dónde está?, permítanme preguntar.

Señor, ¿cómo espera usted que camine sin zapatos?

Milenarios pasos después,
en ese cruce esquinal entre el comienzo y mi final —[REACCIONE]—,
no estaba en mi ciudad, y, hermano mío,
[porque el Señor aquí no está].

Ahora en el campo vivo, y aún
no encuentro mi zapato, pues sin afán lo busco.
Mis dedos en hierba no sufren.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Sueño de medio día del 7 de septiembre del 2025

Comenzó en unas cabinas de internet. Blancas, grandes, cerradas, con ventanas pequeñas en cada pared. Sentí vergüenza por haberme masturbado...