El carbón arde como carbón, y mi mente no puede tolerarlo.
Brilla el brillo del brillante entre sus brillos, y yo simplemente quiero desaparecer.
El fuego que quema a su propio fuego no es más que otra metáfora de vida.
No solo el fuego quema, pues yo llevo varias letras marcadas, cual ternero, en mi espalda.
Y no grito a cada latigazo replicando lo sucedido a Jesucristo,
pero sí chillo en cada gota de sangre sobre mi carboncillo.
La piedra negra desvalorizada, solo con suelo del averno,
nos regala su naranja violencia,
la que dio fruto a la historia del líder de los drugos, Alex.
¡Ultraviolencia! ¡Ultraviolencia! ¡Ultraviolencia!
Lo único letal para el carbón es el fuego.
El carbón, sin fuego, no puede vivir.
[PARADOJA VIVA]






