lunes, 8 de febrero de 2010

Carbón

 


El carbón arde como carbón, y mi mente no puede tolerarlo.
Brilla el brillo del brillante entre sus brillos, y yo simplemente quiero desaparecer.

El fuego que quema a su propio fuego no es más que otra metáfora de vida.

No solo el fuego quema, pues yo llevo varias letras marcadas, cual ternero, en mi espalda.
Y no grito a cada latigazo replicando lo sucedido a Jesucristo,
pero sí chillo en cada gota de sangre sobre mi carboncillo.

La piedra negra desvalorizada, solo con suelo del averno,
nos regala su naranja violencia,
la que dio fruto a la historia del líder de los drugos, Alex.

¡Ultraviolencia! ¡Ultraviolencia! ¡Ultraviolencia!

Lo único letal para el carbón es el fuego.
El carbón, sin fuego, no puede vivir.

[PARADOJA VIVA]


sábado, 6 de febrero de 2010

Lo Clásico

 













No solo la tranquilidad viene conmigo; también viene lo clásico.

Sentir cómo solo el ruido penetra en mis oídos y, mágicamente, mis neuronas comienzan a interpretar una coreografía tan perfecta que, simplemente, mi cráneo cae lentamente hacia atrás mientras mis dedos describen la magia de este momento.

Siento las teclas del piano hundiéndose en mi piel,
los violines dando color al viento,
y mis dibujos… oh, mis dibujos, solo almas atrapadas
que, en el momento del humo y lo clásico,
salen a acechar mi humilde morada.

[CRÁNEO]

Pienso en la gente que me quiere,
pienso en si me querrán después de esto.
Quiero admiración, pero no la tuya, sino la de un dios.

Un mundo donde el único reflejo que puedo invocar a mi antojo en los charcos de lluvia es el mío;
es un mundo que solo me muestra un dios.

Gané esa admiración [DEIDAD],
pero ahora no hay lluvia en mis ojos,
y, por tanto, no hay reflejos ni charcos.

Ahora no encuentro un dios y, por supuesto, perdí la admiración.

Épocas de lluvias vuelven a visitar mis labios y,
oh, círculo vicioso, mi reflejo vuelve a aparecer.
Ahora todo comenzará otra vez (…)

Del sufrimiento se refleja Dios,
pero sin él no hay por qué sufrir.
El ser humano, sin sufrimiento, no es humano.
Y por eso creamos, ante nuestros cristales, la imagen de un Dios.

viernes, 5 de febrero de 2010

Sid Vicious

 



—¿Quién lo mató? —caen mis lágrimas—,
¿la mujer que le dio su adicción, o la adicción que lo unió a su amor?

Creo que la adicción lo hizo confundir el amor,
matándolo.

Luego del funeral en prisión, la adicción amenazó su silencio
y, ante este chantaje, la mujer de la creación decidió hacer el trabajo de la adicción.

Una mujer, una adicción y un amor fueron el veneno de sus venas.

El alma de un gran señor en el cuerpo de un muerto descansa.

jueves, 4 de febrero de 2010

La Gran Carrera


Intolerable cansancio, sueño fantasma, ojos agonizantes;
mente decepcionada.

Daniel, levanta el alma, lucha contra la muerte,
lucha contra el confort.

Humo guardado en mi cabeza,
humo que resaquea mi viveza.

¡Daniel! ¡Daniel! ¡Daniel!
¡Despierta! Acabó el manicomio.
¡Despierta! Llegó la hora de pensar.

Atrapado entre libros, esposado con sueños,
torturado por ruidos (…)
(…) Daniel, tienes que despertar.

¿Escapar o integrar?
Dos caminos de una vida cobarde.


 

miércoles, 3 de febrero de 2010

Secreto Eterno

 


Todo el mundo siempre me pregunta cómo vivir eternamente, y,
con franqueza, siempre muevo la cabeza en negación.

Yo tengo un secreto de la vida, que no es secreto pues es impuesto;
un secreto, si es impuesto, deja de ser secreto… tal cual una revolución.
Mi secreto público no da vida eterna, pero entrega eternidad en vida.

Melodías, naturaleza, un tranquilo caminar y cien suspiros de libertad
es lo más cercano que alcanza mi ciencia
a la tramposa eternidad.


lunes, 1 de febrero de 2010

Recompensa por un zapato

Sigo caminando… ¿Te acuerdas de ayer?

Ya mi memoria la dejé muchos pasos atrás,
y con cada descuidado chicle en la acera voy perdiendo mi suela.
Oh, ¿qué será de mí sin suelas en mis zapatos?

Ya no me importa dialogar con el viento.
La mierda que caritativamente me dan las gaviotas ya no es mi alimento.
Subiendo y bajando, voy en busca de un zapato.

Ahora recuerdo el hoy.

Mis pasos, al ritmo del piano, continúan;
pero aún el maestro de óperas no me regala una
melodía en camino a mis zapatos.

Rápido, rápido, rápido…
La música va cada vez más rápido y ya puedo sentir
mi zapato, que con tanto desespero quiero encontrar.

Músicos, locura… me estoy volviendo loco.
¡¿Dónde está mi zapato?!
Mi zapato… ¿dónde está?, permítanme preguntar.

Señor, ¿cómo espera usted que camine sin zapatos?

Milenarios pasos después,
en ese cruce esquinal entre el comienzo y mi final —[REACCIONE]—,
no estaba en mi ciudad, y, hermano mío,
[porque el Señor aquí no está].

Ahora en el campo vivo, y aún
no encuentro mi zapato, pues sin afán lo busco.
Mis dedos en hierba no sufren.

Sueño de medio día del 7 de septiembre del 2025

Comenzó en unas cabinas de internet. Blancas, grandes, cerradas, con ventanas pequeñas en cada pared. Sentí vergüenza por haberme masturbado...